Jeane Baker es un antro de viernes a domingo. Los jueves es el Bululú, un concepto de baile latino con clases de salsa y bachata. Y de lunes a viernes se convierte en e restaurante Don Andrés. No obstante, así de confuso como suena, Jeane Baker está repleto por las noches. Este lugar, que lleva tres meses de abierto, nació con la idea de ser un speakeasy, por lo que la entrada era por la cocina. Sin embargo, después de un par de semanas se transformó en un antro hecho y derecho.
La entrada es un tanto surrealista: gente tomándose selfies, valets yendo y viniendo; hombres de seguridad vestidos de negro. Sin embargo, lo sorprendente es que en la puerta te reciben cuatro enanitos vestidos de arlequín. Al pasar la primera puerta, su presencia cobra sentido: son el primer filtro para revisar a los hombres, valga decir que lo hacen de manera exhaustiva. En el lobby se encuentra el último filtro: aquí el cacheo es parejo para todos.

Ambiente, música y luces neón en el Jeane Baker 

El ambiente es juvenil, las chicas van muy arregladas —tacón, peinado, maquillaje y vestidos mini— y los chicos con camisa, zapatos y bling-bling, con baile a ritmo de pop, reggaeton y música electrónica. Las luces rojo neón difuminan el espacio, con una enorme barra, dos salas pequeñas que sirven de “privado”, mesas cocteleras, humo y una consola de DJ al fondo del lugar.

Por dondequiera vemos cuadros con la inspiración del lugar: Marilyn Monroe, cuyo nombre verdadero es Norma Jeane Baker. Hay bebidas clásicas, y en casos especiales montan una barra libre para eventos.