Un speakeasy y un rooftop viven en sintonía en el corazón de la calle Tamaulipas.
Luego de hallar este espacio, te toparás con el cadenero, quien te invitará a murmurar la clave: el nombre de una obra de Andy Warhol, para ascender las escaleras hacia la azotea. Una vez dentro —después de cruzar el singular portón disfrazado de refrigerador repleto de cervezas ficticias— el tiempo se paraliza hasta el crepúsculo matutino.
Inspirado en los bares de la época de la Prohibición en Estados Unidos, Warhol industrializa lo que significa una noche en vela, al alojar tanto un antro como una terraza en una vieja casona.
Primer piso: Warhol Speakeasy. Entre un muro envuelto en cubos de madera que parecen pixeleados, luces de neón azules, moradas y rosas fusionadas con una nube de vapor, y una señal de luz blanca “Everything Is not Enough”, solemniza una experiencia única con DJs electrónicos en vivo —Jorge Nava, Kobe, Light Reaction, Mastachi y Minow— todas las noches.
Segundo piso: Andy Rooftop. Ambientado con una celosía de tabiques rojos, plantas selváticas y una gran barra de cemento, aquí se viene a charlar con un buen coctel en mano. Orange Disaster: gin, jugo de limón y naranja, jarabe, zarzamoras y hojas de menta, y Warhola, que lleva vodka y licor 43, infusionado con lychee, son los drinks de autor que debes saborear una y otra vez.
Palpitando en el corazón de la calle Tamaulipas, este punto de encuentro logra explotar la armonía entre lo intenso y lo tranquilo, a través de una noche perpetua.
Escondido en el Andy Rooftop vive este rincón tropical, que evoca recuerdos de esos días calurosos en la costa del Pacífico, donde puedes regalarte una fugaz escapada en una de las sillas acapulco, entre enredaderas.