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Conoce los secretos de la Santa Inquisición en el Centro Histórico

Por: Xavier Aldamar 15 May 2023
Conoce los secretos de la Santa Inquisición en el Centro Histórico

Recorre los lugares secretos de la Santa Inquisición en del Centro Histórico de la Ciudad de México. ¡Conoce sus tenebrosas historias!


¡Lánzate al Centro Histórico de la CDMX y recorre la tenebrosa historia de la Santa Inquisición!

Cualquiera que haya dado un paseo por la parte norte del Centro Histórico de la CDMX, es decir, a espaldas de la Catedral Metropolitana, asociaría esta zona con libros, cámaras fotográficas, joyerías y comida callejera.

La verdad es que la zona a la que te invitamos esta vez guarda algunos oscuros y no tan cómodos secretos que subyacen a los sonidos del organillero y al olor del aceite quemado:

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Este era el bastión de la Inquisición en la Nueva España.

La Inquisición en el centro de la CDMX

Museo y Palacio de la Facultad de Medicina de la UNAM

El Tribunal del Santo Oficio se estableció formalmente en la Nueva España en 1571; su sede se ubicó en lo que hoy en día es el Museo y Palacio de la Facultad de Medicina de la UNAM, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Este bello edificio, construido expresamente para albergar a la Inquisición, se alzó a un costado de la Plaza de Santo Domingo y del convento homónimo de ésta.

Ambos edificios eran propiedad de los dominicos, a quienes fueron encomendadas las funciones inquisitoriales ya desde 1526.

Sede de la Inquisición.
Foto: Xavier Aldamar.

La Casa Chata, como también se le conocía a la sede del tribunal, guarda cientos de historias que nada tienen que ver con sus más recientes capítulos como escuela y museo de medicina.

La opacidad, la zozobra y el secreto fueron una constante en este sitio.

El lugar conserva salas de audiencia y juicio, cámaras del secreto y los antiguos aposentos de los inquisidores y otros funcionarios, además de veinte calabozos en su parte inferior.

En esta “prisión perpetua”, otro de sus apodos, la inquisición inició su cruzada en tierras novohispanas en contra de los principales enemigos de la ortodoxia católica: herejes, apóstatas y criptojudíos.

Esta construcción, que quizá no despertaría sospecha alguna si no osaramos levantar la vista hacia el infame escudo del Santo Oficio que posa sobre su fachada, fue el eje de algunos de los episodios más sombríos y tenebrosos en la historia del Centro Histórico.

Desde aquí, la Inquisición, marcada por la cruz reinante sobre el orbe, el olivo como la recompensa de Dios y el armado brazo de la ley, ordenó cientos atrocidades que atizan el terror en torno a su negra leyenda.

  • ¿Dónde? República de Brasil 33, Centro, Cuauhtémoc, 06010, CDMX.
  • ¿Cuándo? Abierto todos los días de 9:00 a 18:00 h. Excepto días festivos y periodos vacacionales de la UNAM.
  • ¿Cuánto? Entrada libre con identificación.

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Las mazmorras: el hogar de célebres personajes

Según los relatos de la época, las celdas del Santo Oficio se ubicaron en la parte inferior del edificio que fuera su sede.

Eran veinte celdas y, por momentos, llegaron a estar tan abarrotadas que el tribunal debió alquilar algunas de las casas próximas a la plaza de Santo Domingo para retener a los presos que ya no podía mantener dentro de la Casa Chata.

Estas mazmorras fueron la última morada de personajes tan notables como algunos miembros de la otrora poderosísima familia Carvajal.

Palacio de la Inquisición.
Foto: Xavier Aldamar.

Acusados de judaizantes, prácticamente toda su estirpe fue diezmada por los inquisidores en distintos autos de fe.

Los Carvajal fueron aniquilados de 1589 a 1649, cuando Anica, la más pequeña de los Carvajal, fuera quemada en la hoguera siendo ya una anciana con un voraz cáncer de pecho.

En estos húmedos y lúgubres calabozos también aguardó la muerte Guillén Lampart.

Este irlandés, fue aprehendido por el tribunal en 1642, cuando tenía 29 años.

De Guillén se dice que fue un hombre extremadamente culto, llegado a la Nueva España en compañía de un grupo de piratas calvinistas y con ideas muy adelantadas a su época.

Su ideario versaba en torno a la independencia de las tierras novohispanas y a la abolición de los estratos sociales y sistemas de castas.

Estas, y otras perniciosas opiniones, provocaron su encarcelamiento durante 17 años.

Aunque en 1650 logró escapar de los calabozos, fue reaprehendido en el barrio de Santa María La Redonda, hoy colonia Guerrero, y murió finalmente en la hoguera a los 46 años, con la psique completamente quebrada.

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Incertidumbre y sospecha en los calabozos

En las insospechadas celdas que posan bajo el hoy museo de medicina, los presos recorrieron cada rincón de su memoria, ¿quién los denunció? ¿por qué?

También debieron cuidarse de la falsa amistad de los malsines, acusados de delitos menores a los que el tribunal introducía en las celdas con la finalidad de que hicieran de soplones.

A ratos, eran amenazados con el tormento, la tortura por el potro y el castigo en la hoguera.

Luego de meses o años de encierro y maltrato, y huérfanos de toda piedad, algunos se quitaron la vida.

Aquí se degolló el médico Esteban Morel, precursor de la vacuna contra la viruela.

Los Autos de Fe en el Centro Histórico de la CDMX

Para los presos que conseguían llegar hasta el final de su proceso, aguardaba aún el auto de fe, el final de su suplicio.

El auto de fe era una escenificación, una solemne ceremonia cargada de un alto grado de teatralidad.

La finalidad era humillar y castigar a los presos por sus ofensas y conseguir su arrepentimiento.

Por aquel entonces el grueso de la población era analfabeta, por lo que las imágenes y la parafernalia eran las principales herramientas pedagógicas de la Iglesia y del Santo Oficio.

Goya, Auto de Fe.
Foto: Auto de Fe de la Inquisición, Goya.

Estas ceremonias pretendían sobresaturar los sentidos de los asistentes y de los acusados, los rezos de los religiosos colmaban el aire y los sollozos de los acusados acrecentaban el terror.

La amenaza del infierno era real para los penitentes y para la gente de a pie amontonada para el espectáculo y en espera de la indulgencia prometida por los convocantes.

El auto de fe más espectacular que vivió la Ciudad de México fue el de 1649, en el que serían castigados 109 judaizantes, azotados, multados, desterrados y algunos quemados.

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El Auto de Fe por las calles del Centro Histórico

En el auto de 1649 los condenados desfilaron ataviados con un sambenito y una cruz de San Andrés cosida en la espalda.

Los reos llevarían sobre la cabeza un cucurucho con las llamas del infierno plasmadas en él y una cruz verde entre sus manos atadas.

La procesión saldría de las puertas del tribunal en Santo Domingo, a lo largo de lo que hoy es la calle de República de Brasil, y luego Madero, y hasta el extremo noroccidental de la Alameda Central, cerca del Ex Convento de San Diego y la Iglesia de San Hipólito, donde se ubicó el quemadero.

Iglesia de San Hipólito.
Foto: Xavier Aldamar.

Por esta ruta transitaron en orden jerárquico los funcionarios del tribunal, los curas, clérigos, los acusados, con sogas en sus cuellos, y los huesos de 47 personas que serían quemados en la hoguera, así como sus efigies.

Se calcula que 20 mil personas, entre indios, negros, mulatos, mestizos , criollos y españoles, asistieron a este auto de fe.

El público, entre la vendimia de comida, chocolate y tortillas, fueron testigos de las golpizas y las llamas.

Al término de la ceremonia, los sambenitos de los acusados eran colgados sobre una pared al interior de la Catedral Metropolitana.

Junto al sambenito se colocaba un cartel con los nombres y apellidos del condenado; también se detallaban los delitos que cometió.

Esta medida aseguraba para el infractor el descrédito y la deshonra en el seno de una sociedad en la que el buen nombre y la reputación lo eran todo.

La huella de la Inquisición en el centro de la ciudad

Además de la Iglesia de San Hipólito y el Ex Convento de San Diego, que ostentaron el quemadero de la Inquisición, el Santo Oficio echó mano de otros tantos edificios que aún permanecen en pie.

Iglesia de Santo Domingo.
Foto: Xavier Aldamar.

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El Antiguo Hospital de San Hipólito

Anexo a la iglesia que lleva el mismo nombre, este edificio se despliega hasta completar la cuadra.

Es el antiguo Hospital de San Hipólito, el primero para “dementes” que se instaló en América, en 1577.

Aquí cumplió parte de su primera condena el Mozo Carvajal.

De San Hipólito se cuenta haber sido un lugar desolador, lleno de inválidos, ancianos, mentecatos y lunáticos que convivieron con pordioseros y demás afligidos.

  • ¿Dónde? Av. Hidalgo 107, Centro Histórico de la Ciudad de Méxicp, Guerrero, Cuauhtémoc, 06300, CDMX.

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Convento de Santiago Tlatelolco

Fundado inmediatamente después de la conquista, en 1521, este sitio funcionó como una escuela de medicina indígena y ciencias políticas.

El Convento también fue una prisión militar y luego el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

En casos extraordinarios, este sitio también albergó a algunos presos de la inquisición condenados a prisión perpetua.

Santiago Tlatelolco.
Foto: Gastrotour Prehispánico Malinalco.
  • ¿Dónde? Av. Ricardo Flores Magón esq. con Almacenes, Tlatelolco, Cuauhtémoc, 06900, CDMX.

Convento de San Francisco

El lugar fue la sede principal de la Orden Franciscana luego de su arribo a la Nueva España.

Como sucedió con la Catedral Metropolitana y el templo de Santo Domingo, este edificio sirvió a la Inquisición como escenario de autillos de fe, ceremonias de castigo privadas y austeras.

  • ¿Dónde? Av. Francisco I. Madero 7, Centro, Cuauhtémoc, 06000, CDMX.

La Inquisición en México: cientos de historias

En torno a la actividad del Santo Oficio en tierras novohispanas reposan cientos de historias desgarradoras.

El valor, la lealtad, el miedo y el amor son algunas de las poderosas cuestiones que orbitan su leyenda.

Por ello, te dejamos acá algunas recomendaciones de libros que podrían ayudarte a conocer más a fondo todas estas historias.

Convento de San Hipólito.
Foto: Xavier Aldamar.
  • Persecusión y modorra. La inquisición en la Nueva España; de Úrsula Camba Ludlow, este libro recorre la cotidianidad de los presos y del tribunal.
  • La Inquisición en Nueva España; de Richard Greenleaf, con un mayor rigor histórico examina los procesos inquisitoriales y a los “enemigos de la fe”.
  • La fe del recuerdo. Laberintos marranos; de Nathan Wachtel, se centra en las trayectorias, las estrategias y las relaciones de los criptojudíos que emigraron a tierras americanas durante el periodo colonial.
  • Olvidarás el fuego; de Gabriela Riveros, se centra en la tragedia de los Carvajal.

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Xavier Aldamar Redactor Escribo sobre ciudad y cultura. Urbanita amante de los libros y la geografía.
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