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Café La Blanca: Un siglo de historia en el Centro Histórico
Café La Blanca, cafetería con cien años de existencia ubicada en el Centro Histórico de la CDMX que ofrece en su menú platillos típicos y un delicioso café.El enorme reloj del Café La Blanca marca las 10:00 cuando mi familia y yo nos sentamos a desayunar.
Falta otro marcador que indique en qué año estamos, pues las sillas de vinil naranja, el uniforme del personal, las fotografías de la época de la Revolución y hasta el artista que vende pequeños cuadros taurinos a la entrada del lugar nos transportan hasta los años cincuenta, década en la que debió haberse realizado la más reciente remodelación de este encantador local de la avenida 5 de Mayo en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Sobra aclarar que no estoy hablando de un concepto retro-chic a cargo de un diseñador hipster: esto es la neta, el original, the real deal (lo abrió un inmigrante español llamado Higinio Gutiérrez Peláez en 1915).
Y al igual que sucedía hace casi un siglo, una mesera –rápida, eficiente, lacónica, mal encarada, dirían algunos hipersensibles– nos sirve largos vasos de leche espumosa y caliente que cada quien mezcla con la dosis exacta de café cargado para que las neuronas se activen esta mañana.
Frente a nosotros hay una canasta rebosante de conchas, mantecadas, bolillos, orejas y polvorones, misma que atacamos con singular alegría (y no muy buenos modales) sopeando trozos de pan en el café con leche.
Minutos más tarde llegan a nuestra mesa unos huevos divorciados, dos tamales yucatecos, cuatro quesadillas de hongos con guacamole y una orden de hot cakes (por cierto: me acompañan dos niños de siete y 10 años que comen cual pelones de hospicio). Todo nos parece rico, bien sazonado y a un precio razonable.
Puede que algún lector esté pensando: “Bueno, es lo menos que se puede pedir”, pero créanme que he tenido más de una decepción en establecimientos de “alto cachete” que ignoran cómo se hace un buen huevo estrellado o a qué debe saber una taza de café. (“¡Qué IHOP ni qué ocho cuartos!”, diría mi abuelo quien, por cierto, era uno de los clientes asiduos al Café la Blanca.)
Al mediodía hay un buen menú de comida corrida –primer plato, segundo plato, pan, agua fresca y postre por 99 pesos– y los típicos platillos que esperamos encontrar en cualquier cafetería mexicana que se precie de serlo: enfrijoladas con pollo, costillitas en salsa ranchera, champiñones con rajas, milanesa especial, club sándwich, etcétera.
Este lugar no puede ser descrito como “sofisticado”, pero tiene otros muchos encantos por los que vale la pena el viaje al Centro Histórico y así degustar un poco de historia y por cierto, unas malteadas deliciosas.
Esta tradicional cafetería del Centro Histórico ha permanecido en el gusto de sus clientes desde 1965
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