A unos pasos de Viveros se encuentra el Centro de Artes Vivas, espacio multiusos que alberga una grata sorpresa culinaria.
A diario infinidad de personas pasan frente a los Viveros de Coyoacán, sin saber que a unos pasos de su cruce con Universidad se encuentra un lugar de cocina mexicana contemporánea que enriquece la oferta gastronómica del barrio; esto, a espaldas del antiguo Reformatorio para Niñas, frente al que corre esa rareza hidrológica citadina llamada Río Magdalena.
Forma parte del Centro de Artes Vivas, espacio multiusos que opera desde el año pasado a un lado del Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (Indaabin), e igual sirve como centro de negocios, sede de talleres, festivales artísticos, bazares y obras teatrales, con este restaurante habilitado con varios salones y una espaciosa terraza con vista a los jardínes interiores, además de contar con estacionamiento propio.
La carta fue creada por Ricardo Bejarano, chef de la casa, quien le imprime su sello personal a los elementos emanados de la gastronomía mexicana para ofrecer, entre otros platillos, enmoladas de pato, chile bañado con salsa de chicharrón, relleno de camarón con hongos, como alambre, filete de res en salsa de chinicuil (variedad de insecto emparentada con el gusano de maguey) y, como postre, un brownie elaborado con mole oaxaqueño, donde no falta el helado de vainilla.
Los atractivos del lugar se extienden a una surtida oferta de bebidas —vinos, cervezas, tragos y coctelería—, y desayunos que abarcan, como parte de su recién renovada carta, huevos motuleños, crepas de salsa poblana, omelette de jocoque y chilaquiles con mole oaxaqueño.
Paralelamente a la carta habitual, el chef Bejarano suele incluir especiales mensuales agrupados en festivales de comida regional. Para julio contempla la gastronomía del estado de Jalisco, donde no faltarán tortas ahogadas, birria, carne en su jugo y capirotada con el toque de la casa.