Hacienda de los Morales: Tradición culinaria en la CDMX

Los orígenes del nombre de la Hacienda de los Morales se remontan al siglo XVI, pocos años después de la Conquista, cuando en los terrenos que ocupa este restaurante y sus alrededores se sembraron moreras, una planta que sirve para alimentar al gusano de seda, entonces recién introducido a la Nueva España.
En 1647 se inicia la construcción de la finca que, en los siguientes siglos fue visitada por Agustín de Iturbide, y sirvió como alojamiento de las tropas villistas. Sería en 1967 cuando se acondiciona para abrir su puertas como lo que pasaría a ser uno de los restaurantes representativos de la Ciudad de México, auténtica capsula del tiempo enclavada al lado del Periférico. Sus diversos salones y jardines sirven como restaurante, bar y lugar para banquetes y comidas privadas (quizás el más solicitado de la ciudad).
La cocina, a cargo del chef ejecutivo Rodrigo Flores, ofrece tanto platillos internacionales como delicias de la gastronomía nacional, entre los que destacan su sopa de flor de calabaza y elote con tapa de hojaldre, así como el filete de atún a la sartén y el pescado a la sal (huachinango, robalo o pámpano).
Todos los domingos, ofrecen parrilladas familiares en su extenso jardín, a partir de las 14:00, con música en vivo y entretenedoras; además, a diario ofrecen platillos especiales —lunes, cabrito al horno; martes, pecho de ternera; miércoles, lechón ibérico al horno; jueves, roast beef; viernes, lenguado importado; sábado, paella; domingo, barbacoa— continuamente realizan festivales gastronómicos, que suman diversas alternativas a su menú habitual.