Jardín Chapultepec, el beer garden de la Roma

Algo tiene este lugar para lograr que ni el aroma de la comida en el asador, ni el ritmo de la música predominen uno sobre el otro. Jardín Chapultepec huele bien, se escucha bien y sabe bien; sobre todo porque todo esto sucede en medio de esos dos mundos catastróficos y erráticos llamados Zona Rosa y Roma, demostrando que todavía se puede hacer algo que incite a la gente a buscar una mesa en el bar del barrio o a visitar uno nuevo por las promesas que en él pueden cumplirse.
Jardín Chapultepec es un espacio gastro-recreativo
Incluso si tal acto implica dejar el teléfono por un momento y platicar con el extraño de al lado –aunque no lo crean, aquí sí se platica–. Hay un halo de familiaridad –gente sonriendo mientras comparte uno de los bottled cocktails de la casa, como el Copper Martini– que hace que a momentos uno sienta como si quien estuviera tras el asador fuera ese tío que siempre te gasta una broma mala, pero al que perdonas apenas te sirve un plato.
Mismo efecto, diferente sensación: apenas entras –y pruebas– se te olvida que Chapultepec no es la avenida más bonita del mundo –vaya, ni siquiera del cuadrante–, pero de nuevo, no importa. Hay algo que te hace sentir en el patio de casa como si estuviera a punto de empezar el Super Bowl.
Alcohol al aire libre

Mención aparte: su carta de cervezas nacionales –Hércules es la de casa–, que incluye a joyas como la Madrina, es una de las apuestas más grandes y algo que sin duda satisfará a los amantes de tales brebajes.
No puedes irte sin...
El trago Tía Borracha –Earl Grey y Beefeater 24, como base, más limón y miel– y el ya muy exitoso Trompo de Pastor: tonic que parte de un tequila infusionado con jalapeño, combinado con cilantro y piña.
Para los creyentes del gin: el Diente de León o el Tigre Pintito, son deliciosos.