La yucateca no es la única comida disponible en este lugar de la calle de Esperanza, donde su propuesta de platillos del Sureste mexicano incluyen otros estados de la región.
Manzard empezó como pastelería en 2018 en la calle de Esperanza, una apacible calle de la colonia Narvarte cercana a Viaducto, cuya ampliación al siguiente año le permitió instalar mesas y agregar servicio de restaurante con una propuesta de gastronomía regional del Sureste mexicano, que aquí abarca Yucatán, Tabasco y, ahora, Chiapas, gracias a la dupla culinaria de Artemisa Dagdug y José Bossuet.
No faltan los obligados panuchos de cochinita pibil, que aquí sirven igual con tortilla de maíz como con “tostones” de plátano verde machacado y frito, a manera de tostadas, a lo que suman empanadas de pejelagarto, pez originario de los pantanos tabasqueños, de moda por las actuales alusiones políticas; también preparan tamales de chipilín y puchero tabasqueño, poderoso potaje elaborado caldo de res, chamberete, verduras, plátano y tubérculos (camote, yuca y macal). La parte de postres incluye chongo tabasqueño, con apariencia de pastel de tres leches y merengue, y un sorpresivo sabor prodigado por el queso holandés con que se rellena, el cual equilibra su empalagosa apariencia.
En cuanto a sus enchiladas tabasqueñas, rellenas de picadillo de res, bañadas con mole negro algo más ligero que el oaxaqueño, espolvoreadas con queso doble crema y rematadas con crema, disponen de ellas tanto en la comida como el desayuno, donde también sirven huevos motuleños o con hoja de chaya, chilaquiles y pan de queso chiapaneco.
Su ubicación y dinámica de restaurante de barrio le hace prescindir de valet parking y estacionamiento, aunque los fines de semana suele congregar a tabasqueños residentes en la capital, quienes acuden de distintos puntos de la ciudad, para imprimerle un singular ambiente al restaurante.
La amplitud del local ocupado por Manzard le permite disponer, aparte de las mesas de restaurante, un área infantil, otra para venta de repostería y otra más para productos regionales, como café, miel, chocolate, polvo para preparar pozol —bebida refrescante de cacao y maíz— y queso de poro, emparentado con el queso de bola holandés con que en la vecina Yucatán elaboran el delicioso queso relleno.