Desde 1996, este restaurante rescata y restaura una casa abandonada que data de 1932, logrando conservar varios de los principales elementos que le dan personalidad a este lugar.
Una casa abandonada en la Condesa desde 1932 resguarda este restaurante que desde 1996 opera en esta zona. Su estructura original fue conservada para darle el toque soho que caracteriza a la zona, con vitrales, puertas de madera con hojas de cristal y un patio propio en el que se puede pasar el rato al aíre libre si lo que prefieres es darte una escapada de bullicio de la ciudad.
La carta está compuesta por los tradicionales desayunos mexicanos como huevos oaxaqueños con salsa de chile pasilla y omelette relleno de huitlacoche con salsa poblana. De entrada ofrecen entre muchas opciones carnitas de pato envueltas en hojas de platano, guacamole y pico de gallo acompañadas por tortillas de harina. Ensaladas, sopas y pastas como Fetuccini Excélsior con camarones al chipotle, filete de salmón en costra de 3 chiles c/guarnición de arroz y carne asada a la tampiqueña con enchiladas, rajas y guacamole, por mencionar algunos de sus platillos. No olvides pedir una copa de su selección de vinos importados y nacionales o cerveza importada.
Hay una sección de pastelería para que no te quedes con ganas de postre, con opciones de diferentes tipos como el Selva Alemana, de dos chocolates claro y oscuro. biscuit de chocolate relleno de crema matisse cubierto con laminas de chocolate blanco o el de pistache, un biscuit de vainilla relleno de crema matisse cubierto de mazapán de pistache. Para acompañar puedes pedir un café latte o un matisse frapé, la especialidad de la casa.