Tradición y modernidad culinaria oriental conviven en las mesas del restaurante de Nobu Matsuhisa, tanto en Arcos Bosques como Polanco.
Tanto en 2009, cuando se inauguró la primera sucursal de Nobu en México, dentro de Arcos Bosques, como a finales de 2014, cuando abrió la segunda en Polanco, fue un auténtico acontecimiento social y culinario; esto por la fama mundial del restaurante y su creador, el Chef Nobu Matsuhisa, una celebridad del medio gastronómico que, incluso, apareció en la película Casino, de Martin Scorsese.
La propuesta culinaria de Matsuhisa navega entre la modernidad y la tradición, e integra elementos de otras gastronomías como los ceviches y anticuchos peruanos —variedad de brochetas a la parrilla—, las rodajas de jalapeño de su sashimi de hamachi, el aguacate con que elaboran sus rollos de atún (servido con una mitad de limón, acorde a los gustos locales), y el toque de foie gras con que complementan el relleno de carne kobe de la suerte de empanada de hojaldre oriental ofrecida con el nombre de gyozas.
Su apartado de sushis y sashimis incluye ingredientes como pulpo, king crab, hueva de salmón, erizo de mar y almeja gigante, que ofrecen por pieza o en un platón mixto, para disfrutar diversas opciones.
La habilidad para desarrollar propuestas contemporáneas queda manifestada en su postre llamado froyo, elaborado con fresas frescas, sésamo negro garapiñado, trozos de piña y frambuesa liofilizados (técnica de deshidratación que conserva una mayor jugosidad de la fruta), los cuales bañan con salsa de mora azul y acompañan con un helado de yogur elaborado in situ.
Los cortes también están presentes en la carta de Nobu, con opciones como carne wagyu, preparada en diversos estilos y salsas a elección del comensal. También disponen de un menú de degustación del chef (omakase), compuesto de siete tiempos. La primera vez que se solicita suele estar compuesta por los platillos más representativos de la carta, los cuales varían en ocasiones posteriores.
Los decorados del restaurante de Arcos Bosques son más sobrios, en comparación a los de Polanco, donde: una inmensa raíz separa la recepción del salón principal, por cuyo techo se extiende esta suerte de instalación vegetal, a la que le sigue una terraza interior.
En ambos casos, el glamur y la sofisticación permea la gastronomía japonesa, con su tradición y modernidad integrados.