Páramo, extensión del restaurante El Parnita nos invita a probar su menú de tacos de chamorro y mariscos además de degustar el mezcal en la barra del bar.
Fuimos al Páramo (se lee bonito pero no se engañen: esta es una recomendación, no un intento de lirismo en couché) con varias preguntas en mente:
La respuesta vino en forma de una fiesta de cumpleaños, para muchos, una prueba de fuego: es justo en ocasiones así cuando puedes apreciar el verdadero comportamiento de un lugar... no hay forma de controlar la cantidad de situaciones que en un momento así pueden suceder, y por ende supone una ocasión ideal para juzgar qué tan buena opción es.
Entre las cosas que confirmamos, destaca una muy clara: hay bigotes bien cuidados, camisas con flores extremas y ganas de cambiar al mundo con ideas en todos lados: sí, en este lugar se da cita también la colectividad creativa de la ciudad.
La comida en Páramo, por otro lado, la cocinan con el mismo cariño del Parnita, y abarca ceviches deliciosos como el Maraika coco y el pescado esmedregal o la Muñeca: delicioso chamorro cocido lentamente para que su propia grasa sea la responsable directa del sabor.
Bonus: date un Emalaura, un taco-homenaje (sí, eso es posible) a una de las progenitoras de los socios que incluye camarón, chile poblano, crema, mantequilla y queso manchego suficientes como para perder el miedo al mañana.
Su barra, donde el mezcal es el mandón, conquista a todos en el afán por hacer del lugar el trampolín para una noche larga de fiesta. Y es que, a final de cuentas, con dos shots y un buen bocado, la vida nos sonríe más.