Lo que comenzó como un carrito de hot dogs en una esquina de Madison Square Park se volvió un fenómeno global que llega a Ciudad de México.
Cuando Shake Shack comenzó en el negocio de la comida rápida se preocupó por sus productos y también por crear toda una experiencia para sus clientes. Este singular toque le permitió expandirse por todo el mundo. Ahora, el famoso restaurante neoyorquino estilo roadside aterriza en nuestra capital con varias sorpresas.
El deleite comienza con sus hamburguesas hechas con carne 100% natural, lo que se percibe en el primer bocado de la clásica ShackBurger cuyo sabor resalta por su característico pan de papa.
Para nuestro país se lucieron con un menú exclusivo que incluye la malteada de horchata: con vainilla, crema batida y topping de obleas; al igual que con los postres Frozen Custards: Shack Attack, mezclado con tamal de chocolate y nibs de cacao; ¡Santa Fresa!, de vainilla con mermelada de Santa Rosa, fresas deshidratadas en frío, crema y trozos de galleta, y el Oh Ma-Mey, con limón amarillo y puerquito de piloncillo, una colaboración especial con la chef Elena Reygadas.
Para los amantes del vino hay dos opciones orgánicas hechas por la vinícola mexicana del Valle de Guadalupe, Lomita: Shack Red o Shack White, que destacan por sus llamativas etiquetas, obra del artista mexicano Jorge Tellaeche. La cerveza no se queda atrás: cuentan con la Harry Polanco Red Ale, una cerveza artesanal mexicana de Wendlandt, de intensos aromas cítricos y herbáceos.
No dejes de probar los flat-top dogs con salchicha Viena de carne de res, acompañados de las clásicas papas crinkle-cut. La sucursal mexicana es, además, pet-friendly.
Te recomendamos la Shack Stack: una combinación entre la Shack original y la opción vegetariana Shroom Burger, con portobello crujiente relleno de quesos muenster y cheddar, acompañada de lechuga y jitomate, y aderezada con SchackSauce.