Quebec: el paraíso canadiense con el mejor otoño
Visitamos parte de la bella provincia de Quebec y te decimos por qué es uno de los destinos más originales por su aire europeo y su encanto otoñal. ¡Lo tiene todo!
Viajamos a Quebec, el paraíso canadiense que nos enamoró con sus colores de otoño. Te damos una guía de los lugares que debes visitar en tus próximas vacaciones en Canadá.
Por: Alan Rodríguez @alanrguez16
Dónde ir en Quebec, Canadá: vive el mejor otoño de tu vidasa
Hay bellezas entre la naturaleza que duran poco. Algunas solo días, otras solo horas; como un arcoíris, la hora dorada, la estela de un cometa o como el otoño en Charlevoix, en la provincia canadiense de Quebec.
Iridiscente y cromático, el más espectacular follaje otoñal de la región dura solo unas semanas, principalmente entre las dos últimas de septiembre y las primeras dos de octubre. Pero con eso basta para embriagarse la vista con una marea de colores que se desborda por colinas y laderas. En parques y jardines.
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Los colores entre más se hunden en las hojas de los árboles, más fuerte brillan. El rojo carmesí o el escarlata vienen del maple (o arce), el árbol emblemático del país. El naranja dorado brota de los olmos. Los abedules en esta época adquieren un amarillo vivo, mientras el verde se esparce por todas partes. Y por ahí se asoma el marrón cobrizo que tiñe algunos robles.
Old Quebec
Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1985, el barrio histórico de la ciudad de Quebec sorprende por su belleza escénica. Sus calles y su locales despiden un aire antiguo y europeo palpable en su arquitectura. Locales, tiendas, restaurantes invitan al deleite por horas.
Fundado en 1608, el Viejo Quebec está dividido en dos zonas principales, la Ciudad Alta y la Ciudad Baja. En la primera, se impone el majestuso Château Frontenac, el sitio más concurrido por los turistas. Desde ahí, la panorámica del río San Lorenzo es una de las imágenes que se ganan su propio lugar en el repertorio de recuerdos de todo viajero. El icónico hotel, uno de los más fotografiados del mundo, se alza en el corazón del barrio como uno de los símbolos de la ciudad.
A sus pies se extiende la Terrasse Dufferin, un paseo donde visitantes y locales pueden disfrutar de la vista y hacerse cuanta selfie se les antoje con el río como fondo; un San Lorenzo manso por el que navegan barcazas y veleros.
Para llegar a la la Ciudad Baja se puede abordar el histórico Funicular de Quebec o bien decender por la escalera Breakneck. Ahí te encuentras con el antiguo Puerto Real y la Plaza Real.
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Es imperdible pasear por Le Petit-Champlain, el pintoresco barrio de calles adoquinadas, casas de piedra y enredaderas rojas y naranjas. En la Rue du Petit-Champlain te esperan muchos locales, galerías de artes, boutiques, cafés y tiendas con el 85% de productos de los artesanos de la zona.
Hace algunas semanas, disfrutamos de un domingo de otoño con gran ambiente de fiesta, blues en vivo y bella decoración alusiva a la cosecha de la calabaza.
Al caminar por este barrio es inevitable ir al encuentro del Mural de Petit-Champlain, que desde 1999 atrae a los turistas invitándolos a conocer la historia y cultura del lugar a través de un gran fresco de 420 m2 sobre la vida cotidiana de sus habitantes.
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Isla de Orleans
Fuera de la ciudad, a solo unos minutos está la Ile d’Orleans, todo un valle de sorpresas. Conocida como “la cuna de la francofonía en América”, encandila por su belleza rural, con un cielo transparente, luz blanquecina y panorámicas del río San Lorenzo que son un espectáculo.
En otoño, las granjas abren sus puertas. Aire puro y aroma a frutas maduras te reciben en cada pàrada. Cada punto es una invitación a gozar de la recolección las calabazas, además de probar dulces, mermeladas, conservas, jarabes, sodas, aderezos y más delicias.
Los miradores de la isla ofrecen panorámicas dignas de una pintura paisajista, con el río San Lorenzo y la ciudad de Quebec en la lejanía. Y como prueba de ello está Domaine Steibach, una sidrería y huerto en donde puedes pasar la tarde en su terraza con una atmósfera acogedora, ideal para un picnic.
Entre sus opciones destaca “Le Fortifié à l’érable” con un toque de inspiración en el whisky con un 17% de alcohol, ideal como digestivo o acompañamiento de postres. Más tranquila, “Cidre tranquille à la pomme” es una sidra que actúa como un excelente sustituto del vino blanco.
Wendake y su raíces Huron-Wendat
La ciudad de Quebec, que da nombre a la provincia, se levantó sobre la histórica ciudad Huron-Wendat de Stadacona. Ahí se encuentra Wendake, el único pueblo Huron-Wendat oficialmente reconocido en Canadá, que presume de una gran riqueza cultural y patrimonial de la nación Huron-Wendat y que define su identidad.
Wendake despliega con orgullo los colores de su herencia indígena y ofrece a los visitantes una inmersión auténtica en su cultura, con sitios, eventos y espacios que conectan pasado y presente de una manera vibrante.
Por eso, una vez ahí hay que entregarse a la experiencia nocturna de Onhwa’ Lumina. A través de un recorrido por un sendero de 1.2 km, la negrura del bosque se interrumpe por una experiencia multimedia inmersiva en la que luces vibrantes, música y sonidos envolventes, así como proyecciones a manera de mapping, te adentran en un viaje por la cosmogonía de los Huron-Wendat.
Onhwa’ Lumina es algo más que una experiencia multimedia, es un contacto con lo vívido y lo ancestral. Un momento de recogimiento y misticismo que difícilmente se olvida.
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Dónde comer en Quebec: Placer para el paladar
Quebec también tuvo para nosotros sensacionales momentos culinarios. Te damos una guía de nuestros lugares favoritos para comer:
Cassis Monna & Filles
Imperdible, por su cocina y su variada oferta de productos, es Cassis Monna & Filles en la Isla de Orleans y cuya historia se remonta a 1872.
Aquí, una concurrida y gran casona alhoja uno de los mejores restaurantes de la zona. No se puede desperdiciar la oportunidad de saborear sus vinos y gin artesanal en gran jardín. También probamos su imponente -por pinta, sabor y tamaño- helado de grosella.
La Traite
En el Museo Huron-Wendat, en Wendake, se encuentra La Traite, un restaurante cuya cocina se inspira en la herencia Huron-Wendat y que utiliza ingredientes locales y tradicionales para honrar la cultura indígena de la región. Fue la oportunidad de probar la carne de foca sellada, marinada en jarabe de trébol de abedul dulce, crema de hierbas, gelatina de bálsamo de abeto y guisantes salteados. Nos llamó la atención su sabor mineral, muy diferente.
Maurice Restaurante Lounge
La historia del Maurice Restaurant Lounge, restaurante ubicado en el corazón de Grande-Allée, y que se remonta al siglo XIX, cuando ahí se reunía la élite de Quebec. Hoy, Maurice es un complejo que incluye hotel, restaurante, bar y espacios exclusivos como un lounge de cigarros y un speakeasy.
Su ambiente es sofisticado, sin llegar al extremo. Sus platillos están inspirados en sabores locales y su presentación es impecable. Por ejemplo, su pizza Margherita di Burrata combina la suavidad de la burrata con albahaca fresca y una deliciosa salsa de tomate. Los garlic snails se sirven en una salsa de mantequilla de ajo, parmesano y perejil. Muy recomendavble stambién sus mejillones en una salsa de cerveza blanca con tocino cremoso, hinojo y perejil, ideales para compartir.
Il Teatro Restaurant
En el corazón del casco antiguo de la ciudad está Il Teatro Restaurant, con un comfortable diseño italiano. Nos consintió con su delicioso menú mañanero. Todavía nos saboreamos su Il Piatti di Massimo: huevo frito, burrata, frutos rojos, higos frescos, melocotón asado con romero y miel, tomates verdes encurtidos, albahaca y pistachos. Y también con el Salmón Bene servido con dos huevos pochados, ahumados, salsa holandesa, una ciabatta y papas asadas.
JJacques
Restaurante, ostrería o bar de cócteles… JJacques es las tres cosas y por eso es uno de los lugares más interesantes de la ciudad. Se maneja como un speakeasy. En el 341 de la calle Notre-Dame-des-Anges encuentras el acceso medio secreto a este espacio acogedor e íntimo, casi de otra época.
Es un sitio ideal para los amantes de la comida del mar. Te puedes pedir una torre de mariscos de tres pisos, con los más antojable de la región. Además JJacques se destaca por su coctelería, que ha sido merecedora de premios en la categoría.
Le Saint Pub MicroBrasseire
Para paladares cerveceros, está el magnífico Le Saint Pub MicroBrasseire, el centro de Baie Saint Paul y con rica cerveza de lo mejor de Charlevoix. Ahí puedes degustar un muy amplio menú con opciones como la carne ahumada marinada en cerveza, pollo ahumado, hamburguesas o ensaladas.
Todo platillo viene con sugerencia de maridaje con alguna de sus cheves de la casa. Por ejemplo, nos pedimos la Burger Saint Pub con solomillo de res, brisket y tocino, y por supuesto, su infaltable poutine. Hizo excelente match con una session IPA de la casa.
Charlevoix: entre montañas y colores
Charlevoix no es una ciudad, es un lienzo vivo. En sus más de 6000 km2 guarda el secreto de un meteorito que impactó allí hace unos 342 millones de años. De ahí la gran cantidad de picos y valles que se aprecian en toda dirección.
Y como muestra esta el parque nacional Hautes-Gorges-de-la-Rivière-Malbaie, que forma parte de la Reserva Mundial de la Biosfera. Es un destino perfecto para practicar el senderismo. Tras una caminata entre senderos arbolados tomamos un paseo en bote por el río Malbaie desde donde nos embelesamos con el paisaje multicolor.
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Emblema de la región es el Fairmont Le Manoir Richelieu, un majestuoso hotel salpicado por las aguas del San Lorenzo, junto a montañas ondulantes. Construido en 1899, na sido sede de importantes eventos, como la cumbre del G7 en 2018.
Aunque sus mejores momentos quizás estén en el pasado, no deja de ser un tesoro. En varios de sus pasillos se narra su historia y en las más de 400 habitaciones ofrece el comfort y el lujo de un resort de categoría internacional.
Mientas que en las altas montañas rocosas te espera Le Massif, el centro de recreación conocido por tener las pistas de esquí más altas al este de la región. Salvo en el invierno nevado, en todo el año cuenta con actividades como senderismo, ciclismo de montaña y experiencias culturales.
En otoño ofrece las más asombrosas vistas con los explosivos colores que tiñen el bosque y un extenso río San Lorenzo devorando el horizonte.
Quebec cautiva por su magia ecoturística, su diversidad cultural y su gente amable. Es un destino privilegiado y perfecto para cualquier temporada. Si buscas tranquilidad, belleza y expresión máxima de la naturaleza, Quebec en otoño es una alternativa inigualable.