Chernóbil a 35 años del accidente que cambió la historia

El 26 de abril de 1986 cambió la historia de Chernóbil y el mundo para siempre. Dentro de la Central Nuclear Vladímir Ilich Lenin, en la entonces URSS, durante una prueba de seguridad un sobrecalentamiento en el núcleo del reactor nuclear generó dos explosiones sucesivas que lanzaron contenido radiactivo a la atmósfera.

Hace 35 años, lo que en un inicio la ciudad cercana de Prípiat y el mundo entero creyó que era un simple incidente, lanzaría una amenaza que pondría en jaque al planeta: si el contenido radiactivo llegaba a mantos acuíferos más de la mitad de Europa quedaría inhabitable. Este accidente nuclear cambió la historia del mundo entero.

Prípiat, la ciudad fantasma de Chernóbil

 Foto: Cortesía Kato Blackmore por Unsplash

Prípiat fue fundada a inicios de la década de los 70s y era la ciudad del futuro. Sus habitantes, en su mayoría eran jóvenes que trabajaban en la Central Nuclear; por lo cual, la Prípiat estaba planificada con unidades habitacionales amplias y planteles de educación desde jardín de niños hasta escuelas de formación profesional; contaba con servicios como unidades médicas, área comercial, palacio de cultura, albercas, estadios, cine, parques y una estación de tren. El sueño de la juventud rusa convertido en zona inhabitable tras el accidente.

Todos estos sitios se han convertido en parte de la cultura popular al estar deshabitados. Mostrando una desolación específica de los lugares abandonados han permeado en el imaginario al observar las fotografías y cuestionarnos cómo sería una ciudad fantasma que fue dejada repentinamente y cómo la naturaleza vuelve a tomar posesión de la zona.

Contención de Chernóbil y limpieza de la zona

Foto: Cortesía Yves Alaire por Unsplash

Verdaderos héroes fueron los que salvaron al mundo los días siguientes al fatídico 26 de abril de 1986. Desde los bomberos y rescatistas que llegaron a mitigar el incendio hasta más de 600 000 personas que participaron como liquidadores. Quienes realizaron procesos masivos de descontaminación y contención mediante la construcción de un Sarcófago de hormigón y acero que cubrió la zona, contuvo los restos de uranio y plutonio, evitando la contaminación del resto de la Tierra.

Las consecuencias de la radiación para la salud humana no habían sido tan evidentes hasta Chernóbil: fue un enemigo invisible. Lamentablemente, las personas que estuvieron expuestas a altos índices de radiaciones tuvieron muertes prematuras, enfermedades degenerativas, cáncer y malformaciones en generaciones contemporáneas que traen como impronta en el ADN las consecuencias de este desastre nuclear. Por ello, el número de víctimas es incalculable y continúa aumentando a 35 años de la tragedia.

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El accidente nuclear y la naturaleza que se abre camino

Foto: Cortesía Yasemin Atalay por Unsplash

La zona abandonada, resguardada por la explosión en la actual Ucrania, se encuentra repleta de fauna y vegetación. La ciencia ha desmentido al imaginario colectivo de encontrar animales con malformaciones evidentes porque, si bien se han dado en algunas especies, su supervivencia apenas supera algunos días después de nacidos.

Con las plantas la situación es diferente: al no poder moverse se adaptan a las circunstancias. Es el caso del Bosque Rojo, una zona cuyos árboles en primera instancia se secaron progresivamente; pero en 30 años se han regenerado casi por completo. Sustituyendo pinos por abedules plateados, especie que se adaptó y superó las duras circunstancias. Así la naturaleza se abre camino por encima de los desastres humanos.

Impacto Chernóbil al régimen soviético y el mundo contemporáneo

Foto: Cortesía Jorge Fernández Salas

Chernóbil, junto con el accidente nuclear de Fukushima I de Japón en 2011, son considerados los más graves de la historia en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares; así como uno de los desastres medioambientales más grandes de la historia. Por lo cual, Chernóbil supuso una serie de medidas más estrictas dentro de las Centrales Nucleares a nivel internacional, restringiendo su uso a países con cantidades importantes de presupuesto para su mantenimiento.

El apagado progresivo de diversos Centrales Nucleares en Ucrania generó un debilitamiento en la entonces URSS, ya golpeada por una Guerra Fría prolongada por décadas con Estados Unidos. Y como piezas de dominó sobrevinieron acontecimientos como la aplicación efectiva de la Perestroika y la Glásnost (reformas de reestructuración económica y política), así como la Caída del Muro de Berlín en 1989; lo que supondría en buena medida la disolución de la URSS junto con el sueño socialista.

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Chernóbil en el turismo y la cultura popular

Foto: Cortesía CineEuropa

Este 2021 el gobierno de Ucrania ha solicitado que la zona de Chernóbil sea considerada para entrar a la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Con la intención de fomentar un turismo responsable que haga conciencia de lo ocurrido y estancias científicas que investiguen a mayor detalle el accidente. Todo para poder prevenir eventos catastróficos en el futuro. Se estima que alrededor de 124 000 turistas llegan a la zona desde 2019.

Algunas obras que nos hablan sobre el accidente narrado desde sus protagonistas son Voces de Chernóbil (1997) de Svetlana Aleksiévich (ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015), la adaptación de la novela a miniserie en Chernóbil (2019) producida por HBO y al documental Voces de Chernóbil (2016) del director Pol Cruchten.

Una perspectiva íntima se refleja en los testimonios que Aleksiévich plasma: la historia de la esposa de un bombero destrozado por la radiación, las vivencias de los niños desplazados con sus familias e incluso las personas que permanecieron en la zona y aún sobreviven. Mediante este registro se conserva la memoria y se invita a no cometer los mismos errores.

Conmemorar para concientizar

Ser conscientes del daño ecológico y llamar a los gobiernos, mediante organizaciones antinucleares, para que un desastre así no vuelva ocurrir es la mejor manera de conmemorar estos 35 años. Como diría el personaje Valery Legásov en la serie de Chernóbil:

“Ser científico es ser ingenuo […] A la verdad le da igual lo que queramos. Le da igual nuestro gobierno, nuestra ideología, nuestra religión. Esperará eternamente. Y este, al final, es el regalo de Chernóbil. Antes temía el precio de la verdad, ahora sólo me pregunto: ¿cuál es el precio de las mentiras?”.