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Dulces retro que todo niño mexicano comió ¡y seguimos recordando!
¿Listo para un verdadero viaje de dulce nostalgia a tu infancia?
Estos dulces retro que todo niño mexicano comió alguna vez nos invitan a realizar un viaje por la nostalgia de las décadas de los 60s, 70s, 80s, 90s y 2000. ¡Cómo no recordar los buenos momentos que pasamos saboreando estas dulces maravillas!
Fueran los chicles en el recreo, los chocolates para el amigo secreto, las paletas entre clases o la botana para ver la tele en las tardes, eran los más geniales del momento. ¡Dicen que recordar es volver a vivir y qué mejor momento que el Día del Niño y la Niña para volver a esos grandes momentos de la infancia!
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Estos son los dulces retro que todo mexicano sigue recordando
1. Chocolate Presidente y Carlos V
El Chocolate Presidente, fabricado por la ahora desaparecida dulcera La Azteca, conquistó el paladar de los niños durante la década de los setenta. Su empaque característico con las tres caritas sonrientes reflejaba perfectamente la felicidad que producía degustar este manjar a escondidas. Por otro lado, el Carlos V en su versión original, con su envoltura dorada y azul, se convirtió en el regalo perfecto para cualquier ocasión especial. Ambos chocolates representan la esencia misma de la nostalgia dulce mexicana.
2. Tootsie Roll y Selz Soda
El afamado Tootsie Roll, creado originalmente por un dulcero austriaco en Nueva York, cruzó fronteras para convertirse en uno de los caramelos masticables más populares en México. Su textura única y su sabor inconfundible lo hicieron imprescindible, especialmente dentro de la famosa Tutsibota Navideña que todos esperábamos en diciembre.
Mientras tanto, las Selz Soda nos sorprendían con su efecto carbonatado que provocaba cosquillas en la lengua. Su vistoso empaque naranja podía distinguirse a distancia y, con más de cinco décadas en el mercado, siguen siendo producidas por la industria Dulcera Mexicana.
3. Sweet Tarts
Estos dulces provenientes de Estados Unidos lograron infiltrarse en el gusto mexicano a pesar de las barreras comerciales. Ya fuera por contrabando, por tíos que visitaban “el otro lado” o encontrados misteriosamente en el mercado local, estas pastillas aciditas de colores vibrantes escaldaban hasta la lengua más resistente, convirtiéndose en un verdadero tesoro para quienes lograban conseguirlas.
4. Pale-Locas
La genialidad de las Pale-Locas residía en su concepto simple pero efectivo: dos paletitas unidas por sus palitos, cada una con una carita diferente y expresiva. Producidas por Dulces Luxus, estas golosinas ofrecían una experiencia única con cada mordida, alternando entre sabores dulces, agridulces y ácidos que mantenían la emoción hasta el final.
5. Lunetas Duval
Las Lunetas Duval conquistaron nuestros corazones con su eslogan inolvidable: “Llégale al corazón. Si no son DUVAL no son lunetas”. Así, estos coloridos chocolates cubiertos de caramelo fueron el regalo perfecto para ese amor secreto de primaria.
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6. Chamoy Miguelito
El Chamoy Miguelito, creado en los setenta por Felipe Zúñiga Chávez en colaboración con la familia Iwadare de origen japonés, revolucionó nuestro paladar con su mezcla perfecta de chile, limón y un toque dulce, disponible en diversas presentaciones que iban desde el clásico polvito hasta las versiones líquidas.
7. Pizzerolas
Las Pizzerolas, con su peculiar forma circular y su empaque semitransparente, fueron la botana ideal para compartir mientras veíamos caricaturas después de la escuela. ¡Son unos de los dulces retro más recordados!
8. Brinquitos, Limón 7 y Dragonzitos
Los Brinquitos y el Limón 7, con sus potentes sabores acidulados, provocaban gestos involuntarios que hacían reír a todos. Estos polvitos contenidos en pequeñas bolsitas coloridas o el característico empaque quedaron grabados en la memoria colectiva como sinónimo de diversión y desafío para nuestras papilas gustativas.
Completando la trilogía de dulces extremos, los Dragonzitos desafiaban incluso a los más valientes con su intenso sabor ácido. Su presentación en pequeñas bolsitas de colores brillantes llamaba la atención inmediatamente, convirtiéndose así en una prueba de valor entre amigos para ver quién soportaba mejor su impacto explosivo.
9. Chicles Motitas y Bubli Bubli
Los famosos chicles Motitas marcaron toda una generación con sus sabores a plátano, uva y frutas diversas. Su textura única y precio accesible los convirtieron en imprescindibles para cualquier niño. Los Bubli Bubli, por otra parte, fueron diseñados para crear las burbujas más grandes, perfectos para competencias entre amigos o para ese momento romántico de romper una burbuja con tu primer amor de secundaria.
10. Muppaletas, Raspatito y Vampiro
Estas tres opciones congeladas de Helados Holanda representan la edad dorada de las golosinas heladas. Las Muppaletas, promocionadas por el carismático Tío Gamboín junto con el álbum coleccionable de los Muppets, eran el premio perfecto después de un día caluroso. Además, los Raspatito, con su característica forma triangular, ofrecían una experiencia refrescante única, mientras que las paletas Vampiro se distinguían por su intenso color morado que las hacía inmediatamente reconocibles.
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11. Gansito Marinela
Creado en 1957, el Gansito ha sido probablemente el pastelito más consumido en México durante generaciones. Su suave pan de chocolate relleno de crema y mermelada de fresa creó una receta infalible que, aunque su empaque ha evolucionado con los años, mantiene ese sabor que nos transporta inmediatamente a la infancia.
12. Caja Sonric’s
La Caja Sonric’s representaba el sueño dorado de cualquier niño de los noventa, no tanto por su contenido dulce (unos pocos chicles y las coloridas Gudu Pops), sino por la sorpresa que escondía: desde figuras coleccionables de los Looney Tunes hasta las Chicas Superpoderosas e incluso Britney Spears. Cada caja era una aventura y parte fundamental de la cultura coleccionista infantil.
13. Piedrulces, Sugus y Winis
Los Piedrulces en su emblemática cajita roja con las caritas de los Picapiedra eran reconocibles a simple vista. Su sabor acidito y su precio accesible los convertían en una opción popular, sin mencionar su versatilidad como proyectiles cuando se usaban con un popote.
Respecto a los Sugus y sus sucesores, los Winis, solían ser el cambio que compensaba el vendedor cuando faltaban algunas monedas, dejándonos un sabor agridulce mientras desenvolvíamos sus coloridos empaques.
14. Ring Pop, Push Pop y Paletas Alien
Estas paletas norteamericanas revolucionaron el inicio de los 2000. El Ring Pop con su formato de diamante montado sobre un anillo plástico combinaba diversión y estilo. Por su cuenta, el Push Pop de mora o sandía permitía guardar la paleta para después gracias a su ingenioso diseño, mientras que las controvertidas Paletas Alien nos fascinaban con sus palitos fluorescentes que brillaban en la oscuridad, generando tanto asombro como debates sobre su toxicidad.
15. Pop Rocks y Crazy Dips
Estas explosivas golosinas brindaban una experiencia sensorial incomparable. Los Pop Rocks, contenidos en sobrecitos multicolores, estallaban en contacto con la saliva creando una sensación efervescente única. Las Crazy Dips de piecitos, por su parte, combinaban una paleta con polvos explosivos, multiplicando la diversión y convirtiendo el simple acto de comer un dulce en toda una aventura.
¿Conoces estos dulces retro?
Recordar estos dulces retro es más que un ejercicio de nostalgia; es reconectar con nuestra esencia, con esos momentos de felicidad simple que marcaron nuestra infancia. Compartir estas memorias dulces con las nuevas generaciones o con nuestros seres queridos es una forma maravillosa de mantener viva la tradición y celebrar esa parte de la cultura mexicana que, aunque pequeña y dulce, forma parte fundamental de nuestra identidad colectiva.
Con información de Eugenia García Fernández
