En Cochinita Power la especialidad es la cochinita pibil, que sirven de forma original como relleno de hamburguesas, gringas y tortas de chilaquiles.
La especialidad de Cochinita Power es la cochinita pibil, que cocinan al carbón durante más de 10 horas, y la sirven de forma original: en tortas de chilaquiles y entre bollos de hamburguesa.
A unos pasos de la estación de Metro San Cosme, en la colonia San Rafael, hay dos restaurantes que más bien podríamos describir como “santuarios” de la cochinita pibil o, mejor aún, “hospitales de crudas” por lo picante y “levantamuertos” de sus preparaciones. El nombre de ambos establecimientos es “Cochinita Power” (1 y 2).
Los dos sirven recetas tradicionales de la cocina yucateca, como tacos de cochinita pibil, panuchos y sopa de lima. Acompañados de cebolla morada y salsas de chile habanero.
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“Empezamos en 2014 con la idea de traer a la CDMX auténtica cochinita pibil, preparada como en Mérida o Campeche”, dice una de las encargadas en entrevista.
Sin embargo, lo que hace realmente recomendable a estos restaurantes es su menú “alternativo”, inspirado en la metacomida (un platillo dentro de otro platillo) que tanto amamos en la Ciudad de México.
Las opciones van desde una torta de cochinita, hasta gringas, chilaquiles (solos o en torta) y hamburguesas con mayonesa de chile habanero. Todos estos antojitos incluyen una porción generosa de cerdo adobado en achiote y cocinado al carbón, ¡por más de 10 horas!
La especialidad es la “torta jumbo”, que se elabora con un bolillo más grande de lo “normal”, además de cochinita, frijoles refritos, totopos bañados en salsa, crema, queso y cebolla. Y por último se deja tostar.
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La decoración (especialmente la del local ubicado entre las calles San Cosme y Altamirano) explota el color rosa al máximo. Y resulta en una extraña mezcla que incluye: un comedor comunitario al centro, pequeñas mesas forradas con mosaicos (como las de los mercados) y un letrero luminoso.
Si tuviéramos que describir el estilo de ambos restaurantes en pocas palabras, sería: “sin pretensiones”.
En una de las paredes (también rosadas) hay un pizarrón que presenta los platillos y sus precios, que son realmente económicos, nada pasa de 50 pesitos.
Para acompañar la comida no pueden faltar aguas frescas, refrescos y cervezas, no se necesita más.